Salmos (Sal) Capítulo 12
1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.

Contra el mundo mentiroso.—Mentiras, propaganda, falsos profetas de la vida fácil: todo esto disimula las injusticias de todos los días. En cambio, la Palabra de Dios es sincera y juzgará a todos. En la Palabra de Dios hecha carne, es decir, en Cristo, no hay un «sí» y un «no» al mismo tiempo: todas las promesas de Dios han pasado a ser en Él un «sí»
2 Interviene, Señor, porque ya no hay hombres buenos ni se encuentran ya hombres leales.
3 Cada cual engaña a su prójimo, se dicen buenas palabras, pero con doblez.
4 Que el Señor arranque los labios mentirosos y la lengua que dice grandes frases.
5 Pues dicen: «Con palabras todo lo conseguiremos; si sabemos hablar, ¿quién nos va a dominar?»
6 «Los pobres son despojados, gimen los humildes, ahora me levanto —dice el Señor— y prestaré socorro al que es despreciado.»
7 Las palabras del Señor son palabras seguras, son como plata pura siete veces purificada en el crisol.
8 Tú, Señor, cuidarás de nosotros; protégenos por siempre de esta generación.
9 Por doquier se andan paseando los malvados y cunde el vicio entre los hijos de Adán.