Salmos (Sal) Capítulo 118
No moriré, ¡viviré!.—«La piedra que los constructores rechazaron llegó a ser la piedra angular.» Jesús se aplicó a sí mismo lo de la piedra rechazada (Mt 21,42; 1 Pedro 2,4). Y cuando entra en el Templo, los niños cantan: «Bendito sea el que viene en nombre del Señor.»
1 Den gracias al Señor, pues él es bueno,
pues su bondad perdura para siempre.
2 Que lo diga Israel:
¡su bondad es para siempre!
3 Que lo diga la casa de Aarón:
¡su bondad es para siempre!
4 Que lo digan los que temen al Señor:
¡su bondad es para siempre!
5 Al Señor, en mi angustia, yo clamé,
y me respondió sacándome de apuros.
6 Si el Señor está conmigo, no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
7 Cuento al Señor entre los que me ayudan,
y veré a mis enemigos a mis pies.
8 Más vale refugiarse en el Señor
que confiar en los poderosos.
9 Mejor refugiarse en Yahvé que poner la confianza en los nobles.
10 Todos los paganos me rodeaban,
pero en el nombre del Señor los humillé.
11 Me rodeaban, me tenían cercado,
pero en el nombre del Señor los humillé.
12 Me rodeaban como avispas,
cayeron como zarza que se quema,
pues en nombre del Señor los humillé.
13 Me empujaron con fuerza para botarme,
pero acudió el Señor a socorrerme.
14 El Señor es mi fuerza, el motivo de mi canto,
ha sido para mí la salvación.
15 Clamores de alegría y de triunfo
resuenan en las tiendas de los justos:
«¡La diestra del Señor hizo proezas,
16 la diestra del Señor lo ha enaltecido,
la diestra del Señor hizo proezas!»
17 No, no moriré sino que viviré
y contaré las obras del Señor.
18 El Señor me corrigió mucho,
pero no me entregó a la muerte.
19 «¡Abranme las puertas de justicia
para entrar a dar gracias al Señor!»
20 «Esta es la puerta que lleva al Señor,
por ella entran los justos».
21 ¡Te agradezco que me hayas escuchado,
tú has sido para mí la salvación!
22 La piedra rechazada por los maestros
pasó a ser la piedra principal;
23 ésta fue la obra del Señor,
no podían creerlo nuestros ojos.
24 ¡Este es el día que ha hecho el Señor,
gocemos y alegrémonos en él!
25 ¡Danos, oh Señor, la salvación,
danos, oh Señor, la victoria!
26 «¡Bendito sea el que viene
en el nombre del Señor!
Desde la casa del Señor los bendecimos:
27 el Señor es Dios, él nos ilumina».
Formen la procesión con ramos en la mano
hasta los cuernos del altar.
28 Tú eres mi Dios, te doy gracias;
¡Dios mío, te digo que eres grande!
29 Den gracias al Señor, pues él es bueno,
pues su bondad perdura para siempre.