Segunda Carta a Timoteo (2Tim) Introducción
Leer al respecto la Introducción a las Cartas pastorales.
Mientras la Primera Carta a Timoteo mostraba a un Pablo todavía libre en sus movimientos, ésta la escribe desde una de sus prisiones. Una reflexión de Pablo respecto de un amigo fallecido (2Tim 1,17) parecería indicar que estaría entonces en Roma. Se estaría pues en los años 61-63, o más tarde aún, durante un segundo y dudoso cautiverio de Pablo. Pero esta interpretación se basaba en una mala traducción.
Los temas de esta carta invitan a pensar que haya sido escrita desde Cesarea, donde Pablo estaba detenido por el gobernador Félix (He 24). La carta sería del año 58 y por lo tanto posterior a la primera en algunos meses.
El comienzo de la carta tiene puntos de contacto muy notables tanto con el discurso de Pablo en He 26 como con la carta a los Romanos. Sin embargo no es tan sencillo interpretar las aproximaciones del tema o de vocabulario para sugerir que 2Tim tiene el mismo autor que la carta a los Romanos; quien piense que la carta fue escrita más tarde por otra persona, dirá que los pasajes paralelos fueron copiados de las cartas anteriores de Pablo, para hacer creer en su autenticidad. Y al revés, cuando encuentre una idea un poco novedosa verá en ella la prueba de que el autor no es el mismo. Tales comparaciones y referencias exigen un enorme trabajo y honradez para ser interpretadas correctamente.
Pablo habla de su nueva condición de prisionero, que parecía que iba a prolongarse. Concentra entonces su atención en el lugar que tienen el fracaso y el sufrimiento en el plan de Dios. Fracaso aparente de muchas vidas cristianas después de una conversión y de comienzos prometedores; sufrimiento del apóstol encadenado por causa del Evangelio. Por momentos imagina lo peor y se muestra dispuesto a sacrificar su vida, como en Fil 1,20. Pero en otros momentos vuelve a la certeza, que también se leía en Fil 1,19: ese cautiverio forma parte de su misión y le permitirá dar testimonio del Evangelio frente a las más altas autoridades del imperio romano.
No olvidemos que desde su partida de Mileto, y en una forma más radical después de su detención en el Templo (He 21,27), Pablo dio vuelta a la página: se despidió tanto del mundo judío como del mundo griego de Oriente que conocía y amaba. No se equivocaba cuando veía el porvenir bastante sombrío. La presente carta retoma varios temas del discurso de Pablo en Mileto: Pablo prevé la difusión de los errores dentro de la Iglesia y la formación de sectas.
Timoteo fue el primero de los asistentes de Pablo en el tiempo y al que más amaba. Con esta carta Pablo quiere transmitirle su fuerza y su convicción apostólica. Por eso le recuerda que la base, tanto de la vida de fe como de la actividad apostólica, radica en la meditación y el conocimiento de la Palabra de Dios.